VIERNES SANTO,
CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
En este día tan señalado por nuestra Fe,
en una Semana Santa rara y diferente a todas las que conocemos hasta ahora, en
un mundo sumido en la tristeza por el azote de una pandemia que no cede, me
dispongo a compartir con ustedes y a desmenuzar la celebración de LA PASIÓN DEL SEÑOR, tan importante, y que supone para el
católico uno de los basamentos de nuestra FE.
Este acto vespertino comienza con la
Liturgia de la Palabra en la que se leen dos lecturas y la Pasión según san
Juan, a la que sigue la homilía y la oración universal; concluye esta Liturgia
con la adoración de la Cruz y la comunión con la Eucaristía, consagrada en la Misa de la Cena del Señor
que celebramos ayer.
Unos ritos propios de este
día: La adoración de la cruz. Un altar sin manteles y el madero de la
cruz sin la imagen de Cristo. En esta tarde, la desnudez del altar, símbolo
de la de Jesús en el Calvario, y la austeridad de la ceremonia nos traslada al
Gólgota. Es un acto de profunda seriedad, pero alumbrado por la gloria del
madero en el que estuvo clavada la salvación del mundo.
El acto del Viernes Santo no
es un funeral. La sencilla cruz de madera, sin la imagen del crucificado,
que cruza la iglesia hasta el altar para allí ser adorada: el trofeo de la
Pasión ante el que deberemos hacer genuflexión siempre que pasemos ante él, hasta
que comience la Vigilia Pascual.
Hoy muere. Al amanecer del viernes, le
juzgan. Tiene sueño, frío, le han dado golpes. Deciden condenarle y lo llevan a
Pilatos. Judas, desesperado, no supo volver con la Virgen y pedir perdón, y se
ahorcó.
Los judíos prefirieron a
Barrabás. Pilatos se lava las manos y manda crucificar a Jesús.
Antes, ordenó que le azotaran. La Virgen está delante mientras le abren
la piel a pedazos con el látigo. Después, le colocan una corona de espinas y
se burlan de Él. Jesús recorre Jerusalén con la Cruz.
Al subir al Calvario se
encuentra con su Madre. Simón Cirineo le ayuda a llevar la Cruz. Alrededor
de las doce del mediodía, le crucificaron. Nos dio a su Madre como
Madre nuestra y hacia las tres se murió y entregó el espíritu al Padre.
Para certificar la muerte, le traspasaron con una lanza.
Por la noche, entre José de
Arimatea y Nicodemo le desclavan, y dejan el Cuerpo en manos de su Madre. Son
cerca de las siete cuando le entierran en el sepulcro.
En este día de sufrimiento,
que mantiene recluidas a las familias en sus casas a causa de la pandemia, en
este día de Viernes Santo tan diferente, te pedimos, Señor, por todas las
personas y por todas las familias que lo están pasando mal. Por todos los
profesionales de la Salud, por los religiosos y religiosas y por todas esas
personas que siguen trabajando para hacernos más gratas estas horas de
sufrimiento.
Te pedimos, Señor, por
nuestras familias, para que Tú las protejas y las libre de este virus, que
tanto daño está produciendo en la sociedad y en el alma.
Aceptamos, Señor, tu voluntad
y te pedimos que aumentes nuestra FE y no nos abandones nunca.
¡Danos, Señor, dolor de
amor y esperanza en una pronta recuperación de la salud de todo el mundo
que está sufriendo junto a ti, en este Viernes Santo de tu Pasión !
Así te lo pedimos, Señor, y
nos ponemos en tus benditas manos.
Ten piedad de nosotros...
---oOo---
JOSÉ LAGARES