UNA CAUSA PARA NUESTRA
ALEGRÍA
Nos hacemos eco, en nuestro Blog Parroquial, del hermoso artículo
publicado por D. Juan Castizo Reyes, Director del Boletín local “Flor Salesiana”
en su núm. 31, de Mayo de 2017.
Como muchos de ustedes ya
conocen, la Iglesia va a iniciar el proceso de estudio de la Beatificación de
una mujer de La Palma del Condado, doña CARMEN NEBOT SOLDÁN. Desde este Blog
Parroquial, comunicamos a todos nuestros amigos/as que el próximo miércoles día
31 de Mayo, a las seis y media de la tarde, visitará nuestra Parroquia el Sr. Obispo de
Huelva, acompañado del Vicario General de Sevilla para la realización de un breve acto oficial de la apertura de dicho proceso de Beatificación y al que
todos los palmerinos, que lo deseen, están invitados.
Con mucho gusto, transcribimos
literalmente dicho artículo, con permiso de su autor y de la familia Noguera
Nebot, para general conocimiento de nuestro pueblo. La publicación lleva por
título “UNA CAUSA PARA NUESTRA ALEGRÍA”.
“El 26 de Octubre pasado,
los Obispos del Sur de España en Asamblea celebrada en Córdoba, acordaron abrir
“la causa de beatificación y canonización de la Sierva de Dios CARMEN NEBOT SOLDÁN,
ama de casa y madre de familia de la Diócesis de Huelva”. Y hace tan sólo tres
meses, el 16 de Febrero, el Cardenal Ángelo Amato, que preside la Congregación
para la Causa de los Santos, envió a nuestro Obispo Don José Vilaplana Blasco
el Decreto del “Nihil Obstat”, el documento que declara que “nada obsta” para
que una fiel laica, mujer sencilla de nuestro tiempo y con fama de santidad
pueda ser llevada a los altares.
Esta entrada informativa no
puede ser sólo una noticia más, por buena que es; para nosotros es una noticia
de campanillas que encierra una carga mucho mayor de alegría y esperanza para
la feligresía de La Palma, de la Parroquia, sus sacerdotes, consagrados, de los
grupos eclesiales, laicos y fieles que la integran, en general de todos los
ciudadanos, porque esta mujer fue hija de este pueblo, una vecina de nuestras
calles, plazas, tiendas y mercados, una ciudadana que pasó por la vida sin ser
ningún centro de atención ni buscar la notoriedad en actos de ningún tipo. Lo
suyo fue la sencillez, el orden, la plena fidelidad a la familia que creó y,
eso sí, la escucha de la Palabra de Dios. Pues bien, todavía hoy, después de su
muerte ocurrida un 24 de Marzo de 2007, podemos recuperar la serenidad del
rostro de la recordada por muchos Carmen Nebot, mujer que sin ninguna alharaca
está ahora en el punto de mira de los próceres de la Iglesia Diocesana, de un
postulador y de numerosísimos testigos y colaboradores que se aprestan a
promover la verdad de sus virtudes heroicas.
El silencio meditativo que
tanto la caracterizó, a tenor de los escritos que nos ha dejado, se rompe para
que sea ahora la voz de los que la acompañaron en vida la que revele más y
mejor su vinculación a la Iglesia Católica y sus cualidades y valores espirituales.
Que sea lo que Dios quiera, que para eso es Él quien está marcando este camino
de santidad.
Nada hay de extraño o
singular en que Carmen haya sido, de cara al gran público, una madre de
familia, que se entregó a su esposo y a sus hijos como el Señor, “hasta el
extremo”, y sean esas cualidades, tan comunes y habituales entre tantas otras
madres de familia, las que hoy avalen para aspirar a merecer tan gran
recompensa. También Juan Pablo II denominó a San Josemaría Escrivá “el santo de
lo ordinario” a los participantes en su canonización en 2002. La santidad no
implica tan solo que alguien se proponga ser “alma de oración y eucaristía”,
como él proponía, sino que –como consecuencia necesaria de ese trato personal
con Jesucristo, Verbo Encarnado por amor al hombre- exige ser un ciudadano ejemplar
en el cumplimiento de sus deberes familiares, profesionales y sociales,
procurando trabajar bien, con respeto a la ética profesional y con un afán de
servicio a la sociedad entera. Y Carmen Nebot escribe: “La vida del cristiano
es una lucha que dura toda la vida y la oración es un arma que tenemos para
defender nuestra fe (…) ¡cuántas veces los que creemos tener fe, los que
presumimos de cristianos y los que vivimos a nuestra comodidad sin más compromiso
que el que a nosotros nos conviene según las circunstancias, pedimos, y a veces
con un poquito de exigencia a Dios, seguridad! Queremos vivir la fe de un
cristiano con seguridad, y es que no tenemos confianza, porque no nos fiamos de
Dios, queremos verlo todo claro ¡pero con una claridad humana, no con los ojos
de la fe, sino como nos gustaría que fuese la historia de nuestra vida!, y
resulta que ni los planes de Dios son nuestros planes, ni sus caminos son
nuestros caminos”.
Así se expresaba esta mujer
corriente, con una vida corriente, pero traspasada por la Eucaristía y por la
devoción a la Santísima Virgen. La vocación de Carmen Nebot no tuvo horarios,
porque su vocación no se puede tasar en horas. Fue una suerte de sacerdocio que
empezó en la lejana época de Acción Católica, los Ejercicios Espirituales en La
Cinta, Catequista en la Parroquia, sus Hermanas de la Cruz, su grupo de oración
de Vivencias de fe, su colaboración como celadora de las Obras Vocacionales
Pontificias, que llevan haciendo hace muchísimos años una labor callada gracias
a las hermanas Asunción y Lourdes Morgado en pro de la creación de becas para
el estudio de los futuros sacerdotes de la Diócesis; y desde luego su
permanente espíritu salesiano, también como celadora de la Archicofradía de
María Auxiliadora, itinerando las capillitas que de casa en casa bendicen a los
hogares y sirven para encomendarse por los problemas y las necesidades que una
familia puede encontrar. A todos tuvo muy cerca, también los pobres, los
sencillos, por los que demostró un amor que le nacía de su reconocimiento de
Cristo en ellos. ¿Dónde está, por tanto, la diferencia? ¿Acaso no son tantas las
“Cármenes” que andan por ahí entregadas a su esposo y a sus hijos? ¿Acaso no
hay muchas personas comprometidas con la caridad al prójimo? Es verdad, y por
eso mismo es necesario y preciso el testimonio de la vida de Carmen Nebot: las
madres de familia, la gente corriente como tú o como yo, también estamos
llamados a la santidad. Y porque además, Carmen nos ha dejado un legado que
apela a la oración. Quiere que nos acerquemos a Jesús y lo amemos con toda el
alma. Quiere que caminemos con su perdón. Quiere que no olvidemos la cruz de
madera y el sacrificio del cristiano diario. Quiere, a través de sus
pensamientos, que vivamos la fe valiente y con humildad, pues con la fuerza de
Cristo, podremos ser Luz y Sal.
Quienes saben escucharla saben
que su fama de santidad no ha dejado de crecer desde el momento de su muerte, y
son muchos ya los devotos que se encomiendan a ella y obtienen favores. Ahora
la iglesia fija un interés especial en su persona, quiere estudiar su vida,
porque hay indicios muy sólidos de que puede ser un modelo para todos nosotros.
Para sus hijos esto supone una gran responsabilidad y es motivo de una profunda
acción de gracias a Dios.
Ahora Carmen Nebot espera
nuestro cariño y confianza en forma de oración. Que miremos alto a ver si somos
capaces de sentir el alivio, la luz y esperanza. Que Dios merece la pena.
Correspondo al prudente
desvelo con el que los hijos de Carmen Nebot me ofrecen toda la información
oportuna al respecto de estas “Causa para nuestra Alegría”, ofreciéndoles a ellos y a los devotos de María Auxiliadora
todo el cimiento de esta Archicofradía a la que ella perteneció y ayudó pasionalmente
a construir, pues en la divinidad de esta Virgen afirmó buena parte de la
fuerza de su fe, y por la que se significó en una humanidad elevada, rigurosa e
ideal. Y por tanto, feliz.
(Fuente consultada: Artículo
de D. Juan Castizo Reyes, Director del Boletín local “Flor Salesiana” en su núm.
31 - de Mayo de 2017 -, con nuestro agradecimiento personal).
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JOLABE