La Iglesia Católica celebra este domingo la festividad del Domingo
de Ramos, que recuerda la entrada de Jesús en Jerusalén, y que marca el inicio
de nuestra Semana Santa. Sin embargo, la pandemia del coronavirus dará este año
un toque totalmente diferente a los Cultos. Para empezar, tanto en España como
en otros países, ante la recomendación de no salir de casa para evitar la
propagación del virus, las personas no podremos asistir a las ceremonias
religiosas y muchas personas vamos a celebrar estas fiestas religiosas desde
nuestras casas. Una entrada - la nuestra - en la Semana de Pasión, que nos va a
dejar una profunda huella, pero no tenemos más remedio que aceptar este hecho.
La Iglesia llama oficialmente a este
día “Domingo de Ramos” pero, añadiendo “en La Pasión del Señor”. Este domingo
es parte ya de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Con su entrada triunfal
en Jerusalén se desencadena definitivamente su persecución a muerte. La Iglesia
quiere que mezclemos en este domingo el gozo y el dolor porque así fue en la
vida de Jesús y así sucede también, frecuentemente, en la vida de aquellos que
aman y hacen el bien.
Jesús defendió al hombre contra la
ley, lo dignificó más que al Templo y a las prácticas religiosas le abrió los
ojos al pueblo frente a las injusticias de los sacerdotes sanó a los enfermos y
sobretodo perdonó a los pecadores y les predicó a los pobres la esperanza del
Reino y el amor del Padre y ahora termina condenado a mil tormentos y a la
muerte. El Domingo de Ramos se celebra cómo “dar la vida” acarrea la muerte. Por
eso celebrar con alegría y dolor el Domingo de Ramos es la mejor manera de
entrar en el espíritu pascual descubriendo cómo muchas veces el amor ocasiona
la Muerte y la Muerte produce el amor.
La entrada triunfal de Jesús a
Jerusalén es un anuncio anticipado de la Resurrección. Yendo obedientemente
hacía la muerte, Jesús inaugura su regreso a la Gloria del Padre. Inicia el
camino de Pascua, el paso de la Muerte a la Vida, sembrándolo de flores y de
signos de victoria porque la batalla estaba ganada antes de haber comenzado.
El Domingo de Ramos celebramos cómo
finalmente Jesús acepta simbólicamente ser aclamado como Rey, pero la lectura
de La Pasión nos indica que es para servir, no para ser servido, es para dar la
vida por su pueblo. Nos dice San Lucas que la gente a grandes voces gritaba:
“¡Bendito el Rey que viene en Nombre del Señor!”. En el Domingo de Ramos el gozo
debe prevalecer sobre el sufrimiento que estamos padeciendo con esta pandemia.
¿Cómo no gozar al saber que Dios
mismo se ha hecho jefe y guía de nuestro pueblo y que Él va delante de nosotros
abriéndonos paso? ¿Cómo no gozar al saber que Él nos va indicando el camino
que, aunque sea camino de espinas y muerte, es el camino de la Gloria? ¿Cómo no
gozar si sabemos que Dios ha mandado a Jesús para salvarnos, aunque sea a
través del sufrimiento?
La entrada a Jerusalén fue en Jesús
un acto de obediencia activa, no de simple aceptación de un destino ciego que
no podía evitar. Es el “Siervo Obediente” que camina hacia la muerte, pero al
que, por haber sido obediente, se le da un Nombre sobre todo nombre (cfr.
Fil.2,7ss).
En la Celebración del Domingo de
Ramos queremos aclamar a Cristo como Él quiere realmente que lo aclamemos como
Rey y Señor de nuestros corazones. Él no vino a quedarse en el anonimato y en
el desconocimiento: Él vino a ser coronado Rey y lo dijo expresamente: “Yo para
eso nací y para eso vine al mundo” (Jn. 18, 37). Él no vino directamente a
traer bienestar material y orden y paz y libertad política, Él vino a anunciar
el amor y lo demás deberá venir
como consecuencia de ese amor y no viceversa.
Lo que celebramos debemos llevarlo a
la vida. Es tradición entre nosotros el que en muchos hogares se conserven
durante algún tiempo en la puerta o en la ventana las palmas que llamamos
“benditas”. Esa palma bendita que ves en tu casa o en la del vecino, tiene la
bendición de Dios, no como un objeto mágico que te va a librar de todo lo malo
que hay en este mundo. Es todo un símbolo de Fe.
Ahora están
allí las palmas benditas diciéndote: “Haz que Jesús sea realmente Señor de tu
hogar, haciendo que no sean tus caprichos, sino las enseñanzas de Jesús lo que
sea la norma de tu vida. Que el Señor nos libre pronto de esta pandemia que nos
tiene confinados en casa y que nos proteja de todo mal…
(Ver el vídeo a pantalla completa)
¡Quédate en
casa…pero, con Jesús en tu corazón!
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JOSÉ LAGARES