CARTA DE CUARESMA 2012
Queridos hermanos y hermanas:
1. Al iniciarse el tiempo de Cuaresma, me dirijo a vosotros
invitándoos a entrar en este tiempo de conversión con una súplica: “Creo, Señor; aumenta mi fe”. Esta breve
y sentida oración la pronunció un padre que pedía la curación de su hijo. Los
apóstoles habían intentado, sin éxito, liberar al muchacho de un mal espíritu.
Cuando llegó Jesús, el padre, con humildad y confianza, desde su dolor, le rogó
al Señor que tuviera compasión y le ayudara. Jesús le dijo: “todo es posible al que tiene fe”.
Entonces el hombre gritó: “Creo, pero
ayuda mi falta de fe” (Mc 9, 24).
Esta breve oración contiene dos aspectos importantes: el
reconocimiento humilde de una fe débil y la confianza de que el Señor, con su
ayuda, la puede aumentar y fortalecer.
2. El Papa Benedicto XVI nos ha convocado a un Año de la fe, que
comenzará el próximo mes de octubre con motivo del cincuentenario del Concilio
Vaticano II. Por esta razón, acogiendo la iniciativa del Papa, os propongo
vivir esta Cuaresma como una etapa intensa de oración para que el Señor aumente
nuestra fe y nos haga testigos de ella en medio de nuestro mundo.
La fe es el fundamento de la vida cristiana. Si la fe se debilita,
todo se resiente. Podríamos decir que la falta de fe “impide” la acción de Dios
en nosotros y en nuestro mundo. Siempre me ha impresionado leer en el Evangelio
que Jesús, en Nazaret, donde se había criado, no pudo hacer milagros porque no
encontró fe allí (cfr. Mc 6, 56).
3. Durante este tiempo de
Cuaresma debemos preguntarnos: ¿de dónde viene nuestra debilidad como
cristianos? ¿de dónde la carencia de impulso evangelizador? ¿no será de la falta
de fe? Jesús reprochaba con frecuencia a los mismos apóstoles: “No seáis hombres de poca fe”. Vivamos,
pues, este tiempo de conversión, que nos prepara para celebrar la Pascua del
Señor, como un itinerario que nos permita renovar la fe bautismal en la noche
santa de la Resurrección.
Pidamos al Señor que nos conceda una fe auténticamente cristiana. En
este momento cultural que vivimos, tenemos el peligro de pensar que la fe es
algo subjetivo: “todo el mundo cree en algo”, “yo creo a mi manera”... Estas expresiones
indican una gran difuminación de la fe. Es más, como dice el Papa, “es como una
llama que se va apagando”.
4. La fe cristiana es creer en Alguien, en una Persona, en Jesucristo,
el Hijo único de Dios que ha entrado en nuestra historia para mostrarnos el
amor del Padre y para abrirnos un horizonte nuevo. Como nos recuerda el Papa
Benedicto: “No se comienza a ser
cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un
acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida...” (Deus Caritas Est nº 1) ¿Creemos o no
creemos en Él? ¿Lo aceptamos o no?
La fe cristiana es respuesta amorosa y confiada a Dios, que ha venido
a nuestro encuentro y se nos ha manifestado. La fe cristiana no es el resultado
de nuestras investigaciones intelectuales, sino acogida del Dios que viene a
nosotros. Por esta razón, cultivar la fe exige escuchar la Palabra de Dios,
adherirse a Jesucristo, profesar la fe en comunión con la Iglesia, que es su
depositaria, y tratar de vivirla en el servicio y amor a los hermanos, tal como
nos enseñó el Señor.
5. La fe se fortalece dándola, así nos lo recordó el Beato Juan Pablo
II, y el Papa Benedicto nos dice: “La fe,
en efecto, crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica
como experiencia de gracia y de gozo”. En este momento de nueva
evangelización es necesario “redescubrir
la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe”.
(Porta Fidei nº 7).
La fe se aviva con el testimonio de la caridad. “La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un
sentimiento constantemente a merced de la duda. La fe y el amor se necesitan mutuamente...”
(Porta Fidei nº 14). Durante el
tiempo de Cuaresma, continuaremos estimulándonos unos a otros para hacer el
bien y servir a nuestros hermanos más necesitados. El gesto de Cuaresma que
venimos realizando en favor de una “casa” para los pobres, será un cauce para
expresar nuestra fe, que madura en el amor y un signo de nuestra unidad
diocesana. “Fijémonos los unos en los
otros para estímulo de la caridad y las buenas obras” (Mensaje de BenedictoXVI para la Cuaresma 2012).
6. Con este mensaje deseo subrayar también un aspecto de nuestro Plan
Diocesano de Evangelización, centrado en la renovación de nuestras parroquias.
Tengamos en cuenta que una parroquia es una “comunidad de fe”: se trata de una
comunidad de fieles, esto es, una comunidad cristiana, para lo cual es
indispensable la fe en Jesucristo; no hay parroquia si no hay adhesión a Jesucristo;
y, además, la parroquia tiene como tarea evangelizadora el transmitir y educar
la fe de sus miembros, porque ella es el “ámbito
ordinario donde se nace y se crece en la fe”. (Directorio General para la
Catequesis, 1997, nº 257).
Queridos hermanos y hermanas, termino este sencillo mensaje recordando
la página del Evangelio con la que he comenzado. Los apóstoles preguntaron a
Jesús por qué ellos no habían podido expulsar el mal espíritu de aquel
muchacho. El Señor les respondió: “Esta
especie sólo puede salir con oración y ayuno” (Mc 9, 29). Que estas
prácticas cuaresmales nos ayuden a vencer en nosotros las fuerzas del mal y el
Señor nos conceda vivir firmes en la fe.
Que Santa María, la dichosa por haber creído, interceda por nosotros.
Con mi afecto y bendición.
† José Vilaplana Blasco
Obispo de Huelva
Huelva, 22 de febrero de 2012. Miércoles de Ceniza.
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