Muchos hombres, ante la insatisfacción de la vida, se preguntan, como esperando una respuesta: ¿Por qué vivo y por qué muero? ¿Por qué he nacido aquí y no allí? ¿Por qué soy así y no de otra manera? ¿Habrá valido la pena haber nacido? ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿De dónde vengo y a dónde voy? ¿Hay algo más después la muerte? ¿Hay una vida eterna feliz o una oscuridad sin límites?
Muchos ateos se responden a sí mismos que nada tiene sentido y todo acaba con la muerte. Sin embargo, Dios existe y DIOS ES AMOR (1 Jn 4,8), nos ha creado por amor y nos sigue amando desde toda la eternidad. Desde siglos y siglos antes de que el mundo existiera, cuando no existía el tiempo..., antes del primer día en los millones de años de edad del Universo, antes de que existiera la noche y de que el sol brillara en el firmamento azul, Dios pensaba en ti y te amaba y soñaba contigo y te acariciaba en su Corazón. Tú no has nacido por casualidad. Dios te esperaba desde la profundidad de la eternidad.
Allá, en el silencio de aquella eternidad primera, Dios llenaba con su amor aquel vacío inmenso. Y el Padre engendraba al Hijo y del amor del Padre y del Hijo procedía el Espíritu Santo. Y los TRES vivían con la plenitud de la divinidad. Tres personas distintas y un solo Dios verdadero. Los TRES igualmente coeternos, de la misma naturaleza e iguales en poder, amor y dignidad. ¡Un verdadero misterio de amor!
Y su amor infinito decidió proyectarse y crear a los ángeles. Pero muchos de ellos se rebelaron y lo rechazaron y se convirtieron a sí mismos en demonios (Ap. 12). Un misterio incomprensible de la bondad y amor de Dios, que respeta su libertad y los ama hasta en el infierno, pues, de otro modo, no podrían ni existir.
También decidió crear a los hombres para hacerlos felices con unos dones maravillosos: inmortalidad, impasibilidad (no poder sufrir), integridad (equilibrio interior), ciencia infusa, pero ellos, por instigación del demonio, pecaron y quedaron privados de esos dones. Así comenzó el drama de la humanidad, pues la vida de todo ser humano será, desde entonces, una lucha contra el mal y contra el Maligno (Ef 6). Pero, de nuevo, el amor infinito de Dios se compadeció de la humanidad caída y sin esperanzas, y el Padre envió a su Hijo para dar sentido al dolor, para ser nuestro compañero de camino y darnos paz, alegría y esperanza.
Según muchos autores, Jesús hubiera venido de todas maneras, aunque el hombre no hubiera pecado. Porque el AMOR de Dios tenía previsto encarnarse, hacerse compañero de los hombres, hacerse uno de ellos; ya que el amor acerca y asemeja a los que aman.
Ahora, Dios te ama a ti tal como eres, sin condiciones. DIOS ES AMOR. Cree en su amor, en su Perdón, en su poder para poder cambiarte. Cree en Dios y podrás dar sentido a tu vida en el AMOR.
Precisamente, para ayudarte en tu caminar por el difícil camino de la vida, vino Jesús a la Tierra. Síguelo y serás feliz.
(De la obra "Católico, conoce tu Fe", del Pd. Ángel Peña O.A.R.)
JOLABE
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