Tu santo nombre glorioso,
que a los demonios asombra,
es tan dulce y tan sabroso,
que si cualquiera que le nombra
le da un valor milagroso.
Y el que por sí ya no es parte
a resistir tentaciones,
lo será con invocarte;
y así, en las tribulaciones
nos valemos de llamarte
María.
Con tu nombre, Virgen pura,
se ilustra nuestra memoria,
y es para nuestra ventura
salvo-conducto de gloria,
que los puertos asegura.
Por él nos hacen mercedes,
y con poder soberano
rompen los lazos y redes
del enemigo inhumano,
Virgen y pues tanto puedes,
Ora pro nobis.
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PEDRO DE PADILLA