“Tiempo para crecer en la fe”
CARTA DE CUARESMA 2013
Mis queridos hermanos y hermanas:
Cuando Jesús comenzó su predicación, proclamó: “está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15). Estas palabras del Señor relacionan estrechamente la llamada a la conversión y la invitación a creer la Buena Noticia que él nos ofrece. “Convertíos y creed”. La Cuaresma es tiempo de conversión, es tiempo para crecer en la fe. La fe es la aceptación, confiada y obediente, de lo que Dios nos ha comunicado a través de su Hijo Jesucristo. Creer es acoger la Buena Noticia del amor de Dios manifestado, sobre todo, en la muerte y resurrección de Jesucristo. Convirtámonos creyendo, es decir, acogiendo ese don extraordinario del amor de Dios, y crezcamos en la fe, convirtiéndonos, es decir, dejándonos transformar por ese acontecimiento que nos salva.
“Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (I Jn 4, 16). La Cuaresma de este Año de la fe, al que nos ha convocado el Sucesor de Pedro, el Papa Benedicto XVI, es para nosotros una oportunidad para profundizar en nuestra fe. ¿Cómo? Recordemos unas palabras de San Pablo: “si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo” (Rom 10, 9). El Apóstol señala dos dimensiones importantes de la experiencia de fe: profesar con los labios y creer con el corazón. Profesar significa saber decir en público, manifestar, proclamar. Hemos de saber decir en Quién creemos y expresar lo que creemos. La Iglesia ha resumido la fe cristiana en el “Credo”, que es una síntesis de lo que Dios nos ha revelado. Durante esta Cuaresma, en todas nuestras parroquias, haremos un esfuerzo para explicar el Credo, para que nuestra fe esté bien cimentada y todos los creyentes sepamos decir bien y proclamar con firmeza nuestra fe. El momento más adecuado para la profesión de fe en nuestras parroquias será la celebración de la Vigilia Pascual. Después de haber profundizado en la comprensión del Credo, durante la Cuaresma, unidos a nuestros hermanos, celebrando la Resurrección del Señor, renovaremos las promesas de nuestro Bautismo, expresando con gozo: “Sí, creo”.
San Pablo nos ha recordado que no basta profesar con los labios, hay que creer con el corazón que Jesús resucitó de entre los muertos. Lo que dicen los labios tiene que estar arraigado en el corazón. Es necesaria nuestra adhesión personal, nuestra confianza íntima y sincera, al Señor resucitado, nuestra único Salvador. Durante esta Cuaresma debemos preguntarnos: si las afirmaciones del Credo están realmente grabadas en nuestro interior; si nos fiamos realmente de Dios; si nos dejamos conducir por Él, siguiendo el Evangelio; si estamos creciendo en su seguimiento o más bien estamos tibios y paralizados en nuestra vida cristiana; si nuestro corazón cree de verdad en la resurrección de Cristo y se produce, en la fe, nuestro encuentro con Él; si escuchamos su Palabra y nos alimentamos de su presencia en los sacramentos; si lo servimos en los pobres y lo ayudamos en los necesitados; si, iluminados por su enseñanza, renunciamos a la corrupción y al egoísmo; si acogemos su misericordia y su perdón, entonces experimentaremos la alegría de creer y recuperaremos el entusiasmo para transmitir la fe.
La fe cristiana no la vivimos en solitario (cf. PF 10). El que cree nunca está solo. La vivimos en la comunidad eclesial. La fe tiene una dimensión comunitaria que no podemos descuidar. Este año, en nuestro Plan Diocesano de Pastoral, estamos subrayando la importancia de descubrir la Iglesia diocesana. Por esta razón queremos también vivir una experiencia que nos ayudará a todos: profesar solemnemente nuestra fe en un encuentro diocesano, el día 25 de mayo, en La Rábida. Espero que podamos compartir todos ese momento de alegría fraterna.
La fe se expresa y madura en la caridad (cf. PF 14). Como en otros años, vamos a seguir ofreciendo la posibilidad de ayudar a nuestros hermanos más débiles a través del “Gesto solidario de Cuaresma”. Como bien sabemos, son bastantes las familias de nuestra Diócesis afectadas por la dura tragedia del paro, especialmente los jóvenes. Con ellos nos solidarizamos y queremos prestarle, en lo posible, nuestra ayuda. Queremos, igualmente, ofrecer un hogar digno a quienes viven el drama de la exclusión y un hogar acogedor a las madres y a sus pequeños que no tienen apoyo. Recordemos que la Cuaresma es tiempo de oración, de ayuno, es decir de liberarnos y privarnos de lo que nos frena en la vida cristiana y de compartir generosamente con los necesitados. El “Gesto solidario de Cuaresma” nos ayuda a vivir estas tres llamadas a la conversión: ora, ayuna y comparte. El resultado del mismo lo ofreceremos el mismo día de la solemne profesión de fe.
Que la Virgen María, dichosa porque creyó, nos acompañe y ayude a crecer en la fe, la esperanza y el amor.
Os bendigo con todo afecto.
+ José Vilaplana Blasco