sábado, 18 de enero de 2014

CATEQUÉTICA, VALORES Y FAMILIA: Catequesis en casa

Al comenzar un nuevo año, lo primero de todo es llenarnos de buenos deseos para todos  nosotros, para nuestros hijos y para nuestra familia. Para muchos, estos años que van pasando son años malos: llegar a fin de mes, encontrar trabajo, pagar la hipoteca... La familia sigue siendo, hoy por hoy, el gran "colchón" que va solucionando tantos problemas. La familia ha convertido muchas veces esta dura situación en una oportunidad para vivir, en nuestra misma casa, la solidaridad. Bien sabemos que esto no es suficiente, y que la solidaridad exige también la justicia. Eso esperamos también de esta nuevo año.

Hay algo importante en todo esto que decimos,porque es precisamente en la familia donde se reciben los valores. En casa, no se trata de echar grandes discursos, sino de vivir las cosas buenas, enseñarlas con el ejemplo de la vida, y contagiarlas. Los hijos no obedecen -decía un viejo lema-: ¡imitan!.

La honradez se aprende en una familia honrada. La verdad se aprende en una familia donde no se miente. El amor se aprende en una familia que se quiere. El respeto, donde se respeta. La igualdad entre el hombre y la mujer, en la familia donde se vive la dignidad de cada uno. Compartir se aprende en la familia que comparte. Y así también, por tanto, la solidaridad.

Y la fe. Y es que la fe no se enseña: se contagia cuando se vive en casa, cuando en casa la fe es algo importante y central. Ya llegará el momento, más adelante, cuando cada hijo o hija tenga que responder personalmente. Pero en esos momentos, tampoco los padres deben quedarse al margen, quedarse lejos. Es el momento del acompañamiento y de la paciencia. Ya sabemos que no es nada fácil, y que no se improvisa. Todo un trabajo, en casa, desde muy pequeños, para ganarse la confianza y aprender a hablar y a escuchar a los hijos. Y mucha pérdida de tiempo, mucha delicadeza, y mucha fortaleza para poder comprender y encaminar. La vida no se aprende sólo con la espontaneidad: necesita ser acompañada, educada, acogida y suavemente conducida.

Desde hace muchos años la Iglesia llama a la familia "la iglesia doméstica". Y para unos padres creyentes así debe serlo. La catequesis no es cosa sólo de la Parroquia, para la primera comunión. Es cosa ante todo de los padres, en casa y desde el comienzo. Los padres son, y deben seguir siendo, siempre, en colaboración con la Parroquia, catequistas de sus hijos. Que sea así, un feliz año nuevo solidario y paciente, que nos contagie y aumente la fe.

(José Luis Saborido Cursach, s.j.)

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JOLABE