martes, 16 de octubre de 2012

ID Y HACED DISCÍPULOS MÍOS

"Id y haced discípulos míos"
(Carta pastoral al inicio del curso 2012-2013)

Mis queridos hermanos y hermanas:

El Señor nos concede iniciar un nuevo curso, rico en acontecimientos eclesiales, que nos ayudarán a crecer en nuestra vida cristiana. Es una nueva oportunidad de gracia que no podemos desaprovechar.

Todos estamos preocupados por las dificultades para transmitir la fe en esta sociedad, tan marcada por el olvido de Dios y el relativismo moral. Pero la respuesta a esta situación no puede ser la queja y el desánimo. El creyente sabe que el Señor siempre está presente entre nosotros y su palabra nos envía permanentemente a anunciar su Evangelio.

“Id y haced discípulos míos…”, nos dice el Señor. Este envío nos empuja a hablar de Él, a presentar su Evangelio y a invitar a nuestros hermanos -los hombres y las mujeres de nuestro tiempo- a caminar con Él, a seguir sus pasos por el camino de la vida.

domingo, 14 de octubre de 2012

EVANGELIO DEL XXVIII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO B

50 ANIVERSARIO DE LOS SALESIANOS EN LA PALMA

10 de noviembre 2011

Solemne Procesión Eucarística y Santa Misa Conmemorativa del Cincuentenario Salesiano



















LOS APÓSTOLES (III)


FELIPE: “Muéstranos al Padre”


43] Al día siguiente, Jesús resolvió partir hacia Galilea. Se encontró con Felipe y le dijo: «Sígueme». [44] Felipe era de Betsaida, el pueblo de Andrés y de Pedro. [45] Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la Ley y también los profetas. Es Jesús, el hijo de José de Nazaret».

(Jn 1, 43-45)

       El apóstol Felipe -que no debe ser confundido con el diácono de igual nombre, que aparece en  los Hechos de los Apóstoles (cfr. 6, 5)- figura en quinto lugar en las listas de los Doce.
   
 El Evangelio señala expresamente que "era de Betsaida, la ciudad de Andrés y de Pedro" (Jn. 1, 44). Esa circunstancia, sumada al hecho de que Andrés y él son los únicos apóstoles que tienen nombres griegos, y la intercesión conjunta de ambos por los griegos que querían ver a Jesús (cfr. Jn. 12, 21-22), hace suponer a algunos autores que Felipe y Andrés eran parientes o amigos.
 Tiene varias intervenciones significativas en el Cuarto Evangelio además de las mencionadas. Juan relata el llamado a Felipe y cómo éste, a su vez, invita a Natanael a conocer a Jesús (cfr. Jn. 1, 43ss), menciona también la participación del apóstol en la multiplicación de los panes (cfr. Jn. 6, 5ss), y relata su intervención ("Muéstranos al Padre") durante el discurso de la Última Cena (Jn. 14, 8); este último texto integra el Evangelio de su fiesta, compartida con Felipe, que se celebra el 3 de mayo.

jueves, 11 de octubre de 2012

CURSO: PARA CONOCER EL CONCILIO VATICANO II


Está por iniciar un Año de la fe. Comenzará el 11 de octubre de 2012, en el cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II. 

El mundo necesita una Iglesia fiel y enamorada, entregada a su misión salvadora y evangelizadora, dispuesta a servir a cada hombre, pues el hombre es el camino de la Iglesia (cf. Juan Pablo II, "Redemptor hominis" n. 14). El Concilio nació para eso, y para eso camina hoy la Iglesia.


lunes, 8 de octubre de 2012

PORTA FIDEI


CARTA APOSTÓLICA
EN FORMA DE MOTU PROPRIO
PORTA FIDEI
DEL SUMO PONTÍFICE BENEDICTO XVI
CON LA QUE SE CONVOCA EL AÑO DE LA FE

1. «La puerta de la fe» (cf. Hch 14, 27), que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el bautismo (cf. Rm 6, 4), con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a cuantos creen en él (cf. Jn 17, 22). Profesar la fe en la Trinidad –Padre, Hijo y Espíritu Santo– equivale a creer en un solo Dios que es Amor (cf. 1 Jn 4, 8): el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del retorno glorioso del Señor.

AÑO DE LA FE



Quiero anunciar en esta Celebración Eucarística que he decidido convocar un «Año de la Fe» que ilustraré con una carta apostólica especial. Este Año de la Fe comenzará el 11 de octubre de 2012, en el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará el 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Cristo Rey del Universo. Será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo (Homilía de Benedicto XVI en la santa Misa para la nueva evangelización, 16 octubre 2011).
Con estas palabras, el Santo Padre ha convocado a toda la Iglesia a movilizarse a favor de la gran empresa de la fe en nuestro tiempo. Estos últimos decenios nos han acostumbrado a celebrar "El Año Internacional de...", pongamos, por ejemplo, la cultura, la paz, la biodiversidad, el planeta tierra, la fe religiosa. ¿No es paradójico que algo tan perenne y universal como son los valores humanos, tenga que celebrarse con un Año Internacional a su favor? ¿Tantos enteros han bajado estos valores en nuestra sociedad que se necesita del fuerte empujón de un Año Internacional para elevarlos? ¿Qué sentido tiene y qué se pretende con la celebración de un Año Internacional, tan frecuente en nuestro tiempo? ¿Qué frutos se esperan de él?