miércoles, 27 de marzo de 2013

LA PRIMERA AUDIENCIA GENERAL DEL PAPA FRANCISCO

3. ESCENAS DE LA PASIÓN


3. LA ORACIÓN EN GETSEMANÍ

Señor Jesús:
Terminada la Cena Pascual, pasando el valle te adentras por entre los olivos mecidos por el viento. Te acompañan tus discípulos: Todos menos Judas. Te diriges a la loma de Getsemaní. Y en el horizonte de tu vida la pasión y la muerte de cruz. Getsemaní es el huerto de la angustia, Getsemaní el huerto de la soledad, Getsemaní el huerto del sueño de los discípulos.
- “Me muero de tristeza”, proclamas.

Con este sentimiento, Tu pruebas que, además de Dios eres hombre perfecto, capaz de gozo y de dolor. Eres semejante a nosotros, menos en el pecado por eso ruegas al Padre que pase de ti el cáliz del dolor y el abandono. Los amigos elegidos como compañeros duermen, los mismos que te habían prometido: “siempre estaremos contigo, Jesús”. También las promesas, ahora, duermen. Y en el silencio de la noche, nosotros que estamos cansados y agobiados, nos invitas a acercarnos hasta Ti y descansar contigo. Pero preferimos el sueño a estar contigo. 

martes, 26 de marzo de 2013

2. ESCENAS DE LA PASIÓN

2. LA ÚLTIMA CENA

Señor Jesús:
Es la hora del degüello del cordero pascual y de tu muerte; es la hora de tu sangre derramada, y tu carne compartida. Queremos sentarnos a tu mesa y compartir tu amistad; beber tus cuatro copas y comer tus panes ázimos. Una vez más, Cordero que quita el pecado mundo, queremos sentir la verdad del Misterio que se renueva cada momento y aceptar los dones que tu nos ha preparado para siempre. La cena de aquel Jueves Santo, en víspera de tu pasión y dolor se inscribe no en el pasado de aquel año en que tu moriste sobre la cruz, sino en la perenne presencia de un Misterio que da sentido a nuestras vidas. Atrás quedarán las lágrimas de nuestra esclavitud.

Esta es la Ultima Cena de la historia. Qué hermosos regalos nos dejaste en aquella noche de entrañas cordiales y traición. Nos regalaste la Eucaristía. El pan y el vino en tus manos se nos dan como cuerpo y sangre tuyos, memorial de tu pasión y por lo tanto presencia, ofrenda sacrificial y banquete de comunión.
Tu no te has quedado en el pasado. Te nos has infiltrado en el presente, eres compañía perenne de nuestro camino. Tan frágil es el signo sacramental y tan lleno de sentido, pues es presencia personal tuya, para que no se nos borre de la memoria tu entrega, para que no tengamos excusa de olvidarte porque te fuiste de entre nosotros. Para que la intimidad de aquella noche de pasión, pueda ser revivida cada día y dé sentido a nuestra vida.

lunes, 25 de marzo de 2013

LAS SIETE PALABRAS DE JESÚS EN LA CRUZ

PRIMERA PALABRA
“PADRE, PERDÓNALES, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN” (Luc.23,34)
Según la narración del Evangelista Lucas, ésta es la primera Palabra pronunciada por Jesús en la Cruz.
Jesús en la Cruz se ve envuelto en un mar de insultos, de burlas y de blasfemias. Lo hacen los que pasan por el camino, los jefes de los judíos, los dos malhechores que han sido crucificados con El, y también los soldados. Se mofan de Él diciendo: “Si eres hijo de Dios, baja de la Cruz y creeremos en ti” (Mt .27,42). “Ha puesto su confianza en Dios, que Él lo libre ahora” (Mt.27,43).
La humanidad entera, representada por los personajes allí presentes, se ensaña contra El. “Me dejareis sólo”, había dicho Jesús a sus discípulos. Y ahora está solo, entre el Cielo y la tierra.
Se le negó incluso el consuelo de morir con un poco de dignidad.
Jesús no sólo perdona, sino que pide el perdón de su Padre para los que lo han entregado a la muerte.
Para Judas, que lo ha vendido. Para Pedro que lo ha negado. Para los que han gritado que lo crucifiquen, a El, que es la dulzura y la paz. Para los que allí se están mofando.
Y no sólo pide el perdón para ellos, sino también para todos nosotros. Para todos los que con nuestros pecados somos el origen de su condena y crucifixión. “Padre, perdónales, porque no saben…”
Jesús sumergió en su oración todas nuestras traiciones. Pide perdón, porque el amor todo lo excusa, todo lo soporta… (1 Cor13).

25 DE MARZO DÍA INTERNACIONAL DE LA VIDA


EL VALOR DE LA VIDA HUMANA

Para mí poder estar hoy aquí es un gran regalo. Entender este regalo como algo que debe estar al servicio de todos es algo tan misterioso y a la vez tan claro, que sólo corresponde al Amor que Dios Padre me tiene, un Amor que veo día a día reflejado en mi vida.  En esta Vida que hoy me siento orgulloso de poder vivir y defender de tantos males y destrucción que le acechan.
El hombre engendra y, simultáneamente, Dios crea; de tal modo que, en la generación, es muchísimo mayor la obra de Dios que la obra del hombre. Dice San Agustín que Dios es quien da vigor a la semilla y fecundidad a la madre, y sólo Él pone -creándola- el alma. Por eso, otro padre de la Iglesia nos hace esta sugerencia bellísima: Cuando alguno de vosotros besa a un niño, en virtud de la religión debe descubrir las manos de Dios que lo acaban de formar, pues es una obra aún reciente (de Dios), al cual, de algún modo, besamos, ya que lo hacemos con lo que Él ha hecho. Así pues, la vida humana, desde su concepción posee valor divino, sagrado.

domingo, 24 de marzo de 2013

SANTA MISA DEL DOMINGO DE RAMOS



HOMILÍA
1. Jesús entra en Jerusalén. La muchedumbre de los discípulos lo acompañan festivamente, se extienden los mantos ante él, se habla de los prodigios que ha hecho, se eleva un grito de alabanza: «¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto» (Lc19,38).
Gentío, fiesta, alabanza, bendición, paz. Se respira un clima de alegría. Jesús ha despertado en el corazón tantas esperanzas, sobre todo entre la gente humilde, simple, pobre, olvidada, esa que no cuenta a los ojos del mundo. Él ha sabido comprender las miserias humanas, ha mostrado el rostro de misericordia de Dios y se ha inclinado para curar el cuerpo y el alma.
Este es Jesús. Este es su corazón atento a todos nosotros, que ve nuestras debilidades, nuestros pecados. El amor de Jesús es grande. Y, así, entra en Jerusalén con este amor, y nos mira a todos nosotros. Es una bella escena, llena de luz – la luz del amor de Jesús, de su corazón –, de alegría, de fiesta.
Al comienzo de la Misa, también nosotros la hemos repetido. Hemos agitado nuestras palmas. También nosotros hemos acogido al Señor; también nosotros hemos expresado la alegría de acompañarlo, de saber que nos es cercano, presente en nosotros y en medio de nosotros como un amigo, como un hermano, también como rey, es decir, como faro luminoso de nuestra vida. Jesús es Dios, pero se ha abajado a caminar con nosotros. Es nuestro amigo, nuestro hermano. El que nos ilumina en nuestro camino. Y así lo hemos acogido hoy. Y esta es la primera palabra que quisiera deciros: alegría. No seáis nunca hombres y mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. Nunca os dejéis vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; que está entre nosotros; nace del saber que, con él, nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables, y ¡hay tantos! Y en este momento viene el enemigo, viene el diablo, tantas veces disfrazado de ángel, e insidiosamente nos dice su palabra. No le escuchéis. Sigamos a Jesús. Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar en este mundo nuestro. Y, por favor, no os dejéis robar la esperanza, no dejéis robar la esperanza. Esa que nos da Jesús.


sábado, 23 de marzo de 2013

FRANCISCO VISITA BENEDICTO XVI



En un hecho histórico y sin precedentes en la historia moderna, el papa Francisco ha visitado este sábado al mediodía a su antecesor, Benedicto XVI, en el Palacio Pontificio de Castel Gandolfo, a 25 kilómetros al sur de Roma. 

Según informó el vocero vaticano, Federico Lombardi, hubo un "abrazo lindísimo" y "un momento de altísima y profundísima comunión". 

Benedicto XVI, vestido de blanco, rezó junto a Francisco en un mismo banco de la capilla de la residencia. "Somos hermanos", le dijo el papa argentino.

Después de un vuelo de 20 minutos, Francisco aterrizó en el helipuerto de Castel Gandolfo -construido donde terminan los jardines de la residencia- y fue recibido por Benedicto XVI, el obispo de Albano, Marcello Semeraro, y por el director de las Villas Pontificias, Savero Petrillo.

viernes, 22 de marzo de 2013

AUDIENCIA PAPA FRANCISCO CON CUERPO DIPLOMATICO


Excelencias,

Señoras y señores:

Agradezco sinceramente a vuestro decano, el Embajador Jean-Claude Michel, las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos, y os acojo con gozo en este intercambio de saludos, simple pero intenso al mismo tiempo, que quiere ser idealmente el abrazo del Papa al mundo. En efecto, por vuestro medio encuentro a vuestros pueblos, y así puedo en cierto modo llegar a cada uno de vuestros conciudadanos, con todas sus alegrías, sus dramas, sus esperanzas, sus deseos.
Vuestra numerosa presencia es también un signo de que las relaciones que vuestros países mantienen con la Santa Sede son beneficiosas, son verdaderamente una ocasión de bien para la humanidad. Efectivamente, esto es precisamente lo que preocupa a la Santa Sede: el bien de todo hombre en esta tierra. Y precisamente con esta idea comienza el Obispo de Roma su ministerio, sabiendo que puede contar con la amistad y el afecto de los Países que representáis, y con la certeza de que compartís este propósito. Al mismo tiempo, espero que sea también la ocasión para emprender un camino con los pocos Países que todavía no tienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede, algunos de los cuales –se lo agradezco de corazón– han querido estar presentes en la Misa por el inicio de mi ministerio, o enviado mensajes como gesto de cercanía.

1. ESCENAS DE LA PASIÓN

1. LA ENTRADA DE JESÚS EN JERUSALÉN

Señor:
Eres vitoreado y aclamado como Rey. ¡Hosanna el Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Entras en la ciudad de Jerusalén en medio de las alabanzas y de la popularidad de la gente. Tu entrada a Jerusalén no fue por casualidad ni por capricho tuyo. Sino que lo hiciste para cumplir la voluntad perfecta de Dios Entraste en Jerusalén montado sobre un asno. Para cumplir con la Palabra de los Profetas te humillaste a sí mismo entrando sobre un borrico. De la manera más humilde. Pudiste haber entrado en la ciudad acompañado de una hueste de ángeles y con gran sonido de trompetas, pero entraste humilde, y cabalgando sobre un asno.

- “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón”, nos dijiste. Sin embargo una gran multitud te aclama: ¡Hosanna en las alturas! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! Tu viniste para dar vida y libertad a toda la humanidad. Tú viniste para vivificar nuestra alma marchita mediante tu preciosa sangre derramada sobre la cruz, y para que pudiéramos recibir de ti la bendición de una vida abundante.

PROPÓSITOS DE CUARESMA